Según Freud la represión es un mecanismo de autodefensa que tiende a apartar de la conciencia todas aquellas imágenes (pensamientos, ideas…) que generan malestar. El conflicto psíquico que produce la represión, según Freud, surge de la repulsa del yo hacia la imagen intolerable y la atracción que las imágenes reprimidas ejercen sobre esta representación. La satisfacción de la pulsión (fuerza de empuje en busca de la satisfacción) reprimida sería placiente en sí pero inconcebible. Según Freud la imagen (idea, pensamiento, representación…) es inconsciente y la energía (carga, catexia…) puede tener tres destinos: transformarse en angustia, transformarse en cualquier otro afecto, o bien permanecer sofocada (la energía no se manifiesta bajo la forma de ningún afecto, pero no queda reprimida ya que la energía no se reprime, solo las imágenes). Un ejemplo para entender la represión sería un miedo irresistible a bañarse en una piscina, un lago, o en el mar…, en caso de una experiencia traumatizante con el agua (como es el ahogarse) en la infancia. Según Freud, ésta experiencia traumática estaría reprimida en el inconsciente de tal forma que no se recordaría, pero la energía, en forma de miedo al agua, se manifestaría en todas las situaciones que implicara sumergirse en el agua, lo que daría lugar al sufrimiento psicológico del paciente.
Desde el punto de vista neurofisiológico, el hipocampo, situado en lóbulo temporal, tiene una gran implicación en lo que Freud llamó represión. En el hipocampo asienta lo que llamamos memoria explícita, que es la memoria de los acontecimientos, de la experiencia personal y de los hechos. El daño en las neuronas de dicha zona implica la pérdida de memoria de los lugares, de las cosas y de las personas, lo que daría lugar a la ausencia de recuerdo para la experiencia traumática, que según Freud, estaría reprimida en el inconsciente.
Durante los 2-3 primeros años de vida el bebe basa su aprendizaje en los sistemas procedimentales de memoria, memoria inconsciente de destrezas perceptivas y motoras. Estos recuerdos son completamente inconscientes y son evidentes solo en el rendimiento. La memoria explícita se desarrolla paulatinamente a partir de los 2-3 años hasta los 6-7 años, por lo que es tan poco frecuente recordar los hechos por debajo de estas edades, a no ser que durante los siguientes años hayan sido rememorados por los familiares. Por lo tanto si la experiencia traumática sucede en estos primeros años de vida, posteriormente lo único que vamos a tener es miedo (almacenado en la memoria procedimental) al agua, pero no sabremos porque lo tenemos ya que no recordaremos el hecho (ahogarse) que dio lugar a este miedo, sencillamente porque no teníamos los circuitos neuronales en el hipocampo donde almacenarlo.
Los seres humanos y los animales experimentales responden a las experiencias estresantes activando el eje hipotálamo-pituitario-adrenal, liberando hormonas glucocorticoides por la glándula suprarrenal, y el aumento de glucocorticoides tiene un efecto adverso sobre las neuronas del hipocampo, pudiendo llegar a la atrofia del mismo. Por lo tanto una experiencia traumática, estresante en el adulto, puede tener efectos secundarios sobre la memoria explícita y así no recordar el hecho que da lugar a la angustia.
Referencias:
Freud, S, Metapsicología. Obras Completas. Madrid, Editora Biblioteca Nueva, 1967.
Freud, S. La Represión. Tomo XIV. Buenos Aires:Amorrortu editores.
Biology and the Future of Psychoanalysis: A New Intellectual Framework for Psychiatry Revisited. Eric R. Kandel. Am J Psychiatry 1999; 156:505–524
Levine S: Plasma-free corticosteroid response to electric shock in rats stimulated in infancy. Science 1962; 135:795–796.
McEwen BS, Sapolsky RM: Stress and cognitive function. Curr Opin Neurobiol 1995; 5:205–216
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