La somatización es común. En un estudio realizado
en 1989 en pacientes ambulatorios no se encontró causa orgánica en un 80% de ellos
que padecían de fatiga, dolor en el pecho o de mareo.
¿Quien no ha sido visitado por un
médico, o varios, por padecer ciertas molestias, se le han realizado múltiples
estudios complementarios y no sabe todavía lo que tiene? Es frecuente en la
consulta médica la presencia de pacientes que aquejan alguna sintomatología,
conjunto de síntomas que caracterizan a una enfermedad, y no se llega al diagnóstico. Ello conlleva a
la frustración y el sentimiento de falta de eficacia por parte del médico al
tener que manejar varios síntomas que no encajan en ningún cuadro clínico, y
gran preocupación por parte del paciente, por miedo a padecer alguna enfermedad
que no se puede o no saben diagnosticar los médicos que le han atendido.
Incluso en ocasiones el enfermo se enfada acusando de negligencia a los
facultativos que no dan importancia a su padecimiento. Por otra parte a estos
pacientes se les suele realizar múltiples exploraciones complementarias
generando un coste nueve veces superior que la media de los pacientes. También, si el médico llega a la conclusión
de que el paciente padece un cuadro de somatización, se le hace difícil explicar
al paciente que la causa de sus molestias son de origen psíquico dado que no es
fácil, por parte del paciente, aceptar dicho diagnóstico.
Peters observó que los pacientes
perciben que los médicos, a veces, niegan la validez de sus síntomas lo que
hace más complicado su relación.
El 25% de los pacientes que acuden por
primera vez a una consulta de su médico de cabecera no son diagnosticados de
enfermedad orgánica alguna que sea responsable de los síntomas físicos que
padecen, a pesar de someterlos a múltiples exploraciones complementarias. Desde
el punto de vista de la Psiquiatría y la Psicología algunos de estos pacientes,
al cabo del tiempo, son diagnosticados de Trastorno de somatización. Para
dichas especialidades el trastorno de somatización, llamado originalmente
síndrome de Briquet, en honor a Paul
Briquet psiquiatra francés de la
Salpetriére que describió dicho trastorno en el siglo XIX, es un diagnóstico
psiquiátrico aplicado a pacientes quienes se quejan crónica y persistentemente
de varios síntomas físicos que no tienen un origen físico identificable. Pueden
causar tanta incapacidad como la sintomatología orgánica; se puede decir que
los trastornos orgánicos se perciben como algo “real” y los trastornos por
somatización suelen etiquetarse de irreales; los pacientes son señalados como
“culpables” de su problema. Dichos
síntomas interfieren de forma significativa en las actividades diarias del
paciente como son el trabajo, las relaciones sociales y familiares, y llevan al
paciente a buscar ayuda médica. Dan como explicación que los conflictos psicológicos internos son
expresados como signos físicos.
Dentro de la clasificación nosológica
internacional, la somatización está catalogada como trastorno somatoforme.
Somatoforme significa que los síntomas físicos tiene un origen psíquico. Los
trastornos somatomorfos o somatoformes,
según la definición del Manual Estadístico y Diagnóstico de los Trastornos
Mentales (DSM-IV en inglés) y la CIE-10,
son un grupo de trastornos caracterizados por un conjunto de síntomas
diversos, en mayor o menor grado, difusos, que aquejan al paciente pero que no
pueden ser explicados por la existencia de una enfermedad orgánica o el uso de
drogas. Como se ve, prácticamente es una definición similar a la de trastorno
por somatización. Tanto los criterios para el diagnóstico de somatización como
para el diagnostico de trastorno somatoforme incluyen síntomas físicos como dolor, disconfort y
disfunción por largo periodo de tiempo, y pueden consultar a diversos médicos
por ello, quienes no llegan a ayudarle ya que no identifican la causa de su
enfermedad. Mientras algunos síntomas pueden parecerse a los asociados a
ciertas enfermedades orgánicas de base, otros no. Los pacientes niegan tener
problemas psiquiátricos y demandan persistentemente exámenes y pruebas
diagnósticas a pesar de que los hallazgos resultan ser continuamente negativos.
Ello demuestra que dichas clasificaciones son muy académicas pero poco
prácticas, dado que un trastorno como el somatoforme, anteriormente llamado psicosomático,
tiene las mismas características que le definen como el trastorno de
somatización que se encuentra incluido en él, aparte de que ayudan poco para el
diagnóstico de dichos enfermos.
Las clasificaciones nosológicas
internacionales (DSM-IV y CIE-10) establecen cinco criterios para el
diagnóstico de somatización que no es necesario que ocurran simultáneamente en
el curso del trastorno. Dichos criterios son: 1. Una historia de síntomas
somáticos antes de la edad de 30 años; 2. Dolor en por lo menos cuatro
diferentes partes del cuerpo; 3. Dos problemas gastrointestinales, que no sean
dolor, como por ejemplo vómito o diarrea; 4. Un síntoma sexual, tal como falta
de interés o disfunción eréctil y 5. Un síntoma psiconeurológico similar a
aquellos vistos en el trastorno de conversión, tales como desmayo o ceguera.
Por lo tanto todo aquel paciente que inicia sus síntomas después de los 30
años, o que no ha tenido dolor en al menos en ¡¡cuatro!! diferentes partes del
cuerpo, o que padece de meteorismo pero no de vomito o diarrea, ¡no es
diagnosticado de somatización!
En mi opinión no es preciso padecer un
trastorno emocional para ser víctima de la somatización. Es evidente que los
pacientes con trastornos emocionales como depresión, ansiedad, hipocondría, son
mucho más propensos a padecer de somatización, pero ésta no es exclusiva de
éstos pacientes. De hecho, la experiencia clínica demuestra que muchos
pacientes con trastornos somáticos son emocionalmente bastante equilibrados.
Existe la experiencia clínica de pacientes que han padecido un solo cuadro de
somatización en su vida, pacientes que han padecido de forma repetida el mismo
cuadro de somatización y paciente que la somatización varía de una región a
otra o de un órgano a otro.
Dado que el diagnóstico de somatización
es tan selectivo en el mundo de la psiquiatría y ayuda muy poco a estos
enfermos que padecen síntomas físicos sin explicación médica, algunos autores
han propuesto la denominación SFSEM (Síntomas Físicos sin Explicación Médica),
en ingles MUPS, en vez de somatización, ya que solo el 1% de los pacientes con
SFSEM reúnen criterios para el diagnóstico de trastorno de somatización y solo
la mitad de los paciente con SFSEM presentan ansiedad y/o depresión.
Un estudio realizado en Bélgica reportó
que el síndrome de somatización es el tercer trastorno psiquiátrico más
frecuente, con una tasa de prevalencia de 8,9%. El primer y segundo trastornos
psiquiátricos más frecuente eran la depresión y la ansiedad.
Al parecer la somatización depende de
los países, dado que en Estados Unidos se considera inferior al 2%, y según las
estadísticas de dicho país somatizan más las mujeres que los hombres.
También los síntomas varían según las
diferentes culturas dado que en África y en los países asiáticos la sensación
de tener hormigas o lombrices es habitual, lo que no lo es en Europa o Norte
América.
La somatización hay que diferenciarla de la
hipocondriasis, que es la preocupación con miedo a padecer una enfermedad
seria. Se basa en la mala interpretación de los síntomas corporales a pesar de
una buena evaluación médica. Se superpone a la somatización pero no se
considera idéntica. En un estudio se observó que el 20 % de los pacientes
examinados tenían criterios hipocondriasis, y de ellos, los dos tercios tenía
criterios de somatización. También se observó que el 20% de los pacientes tenía
criterios de somatización, pero no de hipocondriasis.
Lecturas relacionadas:
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