La somatización tiene un gran componente
emocional y las emociones son básicas en el comportamiento humano, por lo tanto
no es posible entender la somatización si no entendemos el comportamiento
humano. La somatización es un trastorno del comportamiento y es característica
del ser humano.
Howard L Fields, profesor de Neurología,
Fisiología y Psiquiatría de la Universidad de California, San Francisco, ha
divulgado la idea de “significado” como función última de los sistemas
cognitivos. Según dicho concepto el cerebro es capaz de transformar
significados como forma de aprendizaje, básicamente a través de establecer
asociaciones. En el aprendizaje por asociación un individuo aprende sobre la
relación entre dos estímulos o entre un estímulo y una conducta.
Solemos asociar aquellos estímulos a los
que damos valor. Una de las funciones más importantes del cerebro es elegir
entre objetivos (por la red de
prominencias en la corteza cingulada dorsal anterior) y ello depende de los
valores, los cuales están determinados por factores biológicos, culturales y
personales. Las diferencias individuales no solo están determinadas por la
genética, sino que dependen de nuestra experiencia momento a momento. El
aprendizaje produce variaciones en el mapa somatotópico. Los mapas de la
superficie corporal de la corteza somatosensitiva primaria varían según los
individuos de forma que refleja el distinto uso de las vías sensitivas. Las
conexiones de las vías aferentes de la corteza pueden expandirse o retraerse
dependiendo de la actividad. Esta reorganización también es evidente en niveles
inferiores del encéfalo, especialmente en los núcleos del cordón posterior, que
contienen las primeras sinapsis del sistema somatosensitivo. Por lo tanto
probablemente se producen cambios de organización a lo largo de toda la vía
somática aferente.
A medida que avanzamos en el tiempo nos
vemos expuesto a diferentes combinaciones de estímulos y desarrollamos
capacidades motoras y perceptivas diferentes, de tal modo que todos los
cerebros, incluso los de los gemelos idénticos, que comparten los mismos genes,
son modificados de forma única por la experiencia. Esta modificación de la
estructura encefálica por la experiencia junto con la constitución genética
constituyen el substrato biológico de la individualidad.
Más allá de nuestras necesidades
biológicas de supervivencia, nuestros objetivos, nuestros deseos, dependen de
la experiencia, de los factores interpersonales y de nuestra cultura.
Valor es la palabra clave en la
somatización. Aquellas cosas a las que damos valor son las que nuestro cerebro
presta atención, y ésta es la base de nuestra conciencia. Somos conscientes de
las cosas que prestamos atención. Si miramos la televisión y emiten una serie
de intriga prestamos una alta atención para no perder el filo del entramado. En
estos momentos solo forma parte de nuestra conciencia todo lo relacionado con
la serie. No prestamos atención a nuestro alrededor, a lo que nos comenta la
persona que nos acompaña, incluso ni a nuestro propio cuerpo, ya que si estamos
mal sentados las quejas de este solo harán que se cambie la compostura solo
cuando las molestias sean importantes, e incluso a veces cambiamos de posición
sin darnos cuenta, sin intervenir nuestra conciencia. La diferencia entre el
Ser Humano y los otros animales es el nivel de conciencia del que disponemos.
La conciencia no es solo un estado de vigilia, sino que es la capacidad de ser
subjetivos. Si la subjetividad no se hubiese desarrollado, de forma muy
modesta, en criaturas vivas, más sencillas
que el ser humano, probablemente el razonamiento actual que poseemos los seres
humanos no se habría desarrollado de forma tan prodigiosa. Sin la subjetividad
el amor no sería amor, solo sexo y el dolor no se habría convertido en un
sufrimiento, solo sería un mero sentido. Sin conciencia no hay conocimiento de
la existencia de uno mismo, ni conocimiento de que existe algo más. El nivel de
conciencia no es el mismo para un perro, para un chimpancé o para el ser
humano. Nuestro nivel de conciencia es el más elevado de todos, sencillamente
porqué disponemos de un mayor número de neuronas en el cerebro, y sobre todo de
conexiones. Disponemos de gran cantidad
de neuronas y las usamos todas porque
hay una gran cantidad de funciones ha realizar a diario, de las cuales no somos
conscientes de ellas. Solo hay que pensar que cuando estamos de pie nuestro
cerebro necesita saber exactamente la posición de cada miembro, del tronco, de
la cabeza, de los que tenemos alrededor, del lugar en que nos movemos... Y para
esto usa gran cantidad de neuronas, unas son sensitivas propioceptivas que
indican la posición de las articulaciones y los músculos, otras son sensitivas
superficiales que nos indican con que contacta nuestra piel, otras son motoras
que indican la fuerza necesaria para cada músculo para poder mantenernos de
pie, otras son auditivas que orientan sobre los sonidos de nuestro alrededor,
otras visuales con las que vemos por donde hemos de dirigirnos... Y todo ello
sin prestar la atención de nuestra conciencia. Todo ello es automático, y
suerte tenemos de que sea automático dado que si tuviéramos de pensar de forma
consciente sobre cada sensación, sobre cada movimiento, además del enorme gasto
energético que supondría (el cerebro es el órgano que consume más energía del
cuerpo, llega a ser del 20%) seríamos muy lentos en reaccionar, con lo cual ya
nos hubiéramos extinguido.
El lenguaje es una de las funciones más
básicas para nuestro nivel de conciencia de la que no disponen los otros
animales. Incluso los Bonomos, el chimpancé más próximo genéticamente a
nosotros, no dispone de nuestro lenguaje. Dispone de cierto lenguaje, sobre
todo corporal, y ciertos chillidos, pero no dispone de la sintaxis, con la cual
construimos frases que expresan pensamientos. Este nivel de conciencia al que
hemos llegado nos permite extraer de la experiencia planes de futuro. Y los
planes de futuro conllevan miedos de que no puedan cumplirse o miedos de que el
futuro no sea el esperado. Miedo a la enfermedad, miedo a la muerte, miedo a la
falta de compasión, a la falta de cariño, a la falta de compañía... Miedo a
cualquier cosa. Y este miedo, del que se puede ser consciente o no, puede
desencadenar la somatización.
El miedo se procesa en la Amígdala,
un grupo de neuronas alojadas en la
región temporal, subcortical, del cerebro, que está en contacto con otras zonas
del cerebro como son la Ínsula, el Opérculo Rolándico, las áreas Somáticas S I
y S II, el hipotálamo. Cuando se activa la amígdala esta puede poner en marcha
las zonas que está en contacto y por lo tanto el paciente vive las sensaciones
que procesan las áreas en que entra en contacto. Es lo que Damasio denomina
Bucle de simulación corporal. El cerebro, por éste mecanismo, es capaz de
simular una sensación, un dolor...dada la relación que tienen distintas áreas.
No es necesario que el paciente tenga una inflamación en una rodilla para sentir dolor. El miedo
puede desencadenar dicho dolor sin necesidad de que la rodilla esté inflamada.
El cerebro usa la simulación para
predecir y automatizar respuestas a estímulos externos. Es un mecanismo que, además de ahorrar
energía, prepara para una rápida respuesta, lo que es, y sobretodo era,
necesario para la supervivencia. Y este mismo mecanismo es el que nos hace
sufrir la somatización.
De forma similar describe H. Fiels el
concepto de proyección en el que la estimulación directa o indirecta de las
áreas cerebrales puede provocar experiencias completamente formadas que son
proyectadas más allá del cuerpo como demostró Penfield en sus estudios. Cuando
se estimulan eléctricamente las vías que transmiten el dolor se tiene una
experiencia subjetiva de dolor que es proyectada a áreas específicas del
cuerpo, al igual que cuando se produce una lesión tisular real (como una
fractura ósea) y la vía del dolor es activada por su ruta habitual. Un ejemplo
de proyección seria el miembro fantasma donde un amputado sigue notando la
presencia del miembro amputado a pesar de que sabe que no esta allí. Este error
en la localización es consecuencia del fenómeno de proyección. El dolor
producido por este fenómeno, dolor que suele llamarse mental, emocional o
psicológico, es ontológicamente idéntico al dolor llamado orgánico o físico.
Cuando se entiende este fenómeno, hechos como la respuesta placebo, la cefalea
inducida por hechos psicológicos, la analgesia histérica y la misma
somatización, se convierten en menos sorprendentes.
¿Por qué unos pacientes somatizan en el
raquis, otros en el tórax, otros en el abdomen? Ello depende de la experiencia
personal vivida, no solo propia, si no también la del entorno (familiares,
amigos, conocidos...), de la impronta cerebral, o sea si era el momento preciso
para que el cerebro memorizada dicha experiencia y de la carga emocional que
supo dicha experiencia.
La experiencia personal puede ser muy
importante en la somatización, sobre todo si se ha dado en la primera infancia,
donde aún no teníamos del todo desarrollada la conciencia. Dado que las
neuronas del hipocampo que procesan la memoria explícita, o sea la memoria
autobiográfica, no se desarrollan a partir del segundo o tercer año de vida
hasta el sexto o séptimo, no podemos recordar los sucesos históricamente.
Nuestra memoria procedimental (implícita) memoriza el suceso acaecido, por ej.
. dolor abdominal, pero no procesamos el tiempo en que se produjo, ni la causa
que lo produjo, por ej. una apendicitis, dada la ausencia de circuitos
neuronales maduros en el hipocampo. Ello conlleva que en ciertas circunstancias
podamos padecer de dolor abdominal sin encontrarse una causa orgánica, dado que
aquel dolor se gravó en los circuitos de memoria implícita (no consciente),
pero no en los circuitos de memoria autobiográfica que contribuye a la
conciencia.
También la experiencia del entorno,
sobretodo del entorno familiar, y más del familiar al que se está más unido en
la primera infancia puede contribuir a la somatización al copiar, mediante las
neuronas espejo, la experiencia sufrida por dicho familiar.
La impronta neuronal es también muy
importante para la memorización de suceso. Hay que tener encuentra que hay un
tiempo concreto para el desarrollo de ciertas facultades. Si a un mono se le
tapa un ojo durante los seis primeros meses de vida, dicho mono, aunque
posteriormente se le destape dicho ojo, no tendrá la visión adecuada al no desarrollarse
las neuronas en el córtex occipital responsables de dicha visión.
También la carga emocional es
importantísima para la memorización de los hechos dado que no es lo mismo que
padezca dolor una madre que la vecina de enfrente.
En mi opinión el hecho que se somatice
en uno u otro lugar depende del valor que demos en ciertos momentos de nuestra
vida, en la que puede haber un estado emocional más susceptible, a ciertas
molestias que aparecen habitualmente y que generalmente no damos importancia,
con lo cual desaparecen al poco tiempo. Cuando a estas molestias se les da
valor, entonces se les empieza a prestar atención lo que pone en guardia
nuestro cerebro y aumenta la sensibilización de las vías nerviosas, no solo de
las que transmiten dicha molestia (por ejemplo dolor en una rodilla) sino de
todas las demás vías (Kandel). Ello hace que se incremente la percepción del
dolor, incluso hasta llegar al extremo
que estímulos no dolorosos desencadenen dolor. Es lo que técnicamente
llamamos alodinia. El incremento de sensibilización afecta también a las vías
emocionales, lo que da lugar a cierta distimia y a un incremento de la
preocupación, lo que aumenta la atención sobre el dolor y ahí se cierra el círculo
vicioso. Mas atención, más dolor, mas preocupación, más atención...
También interviene el aprendizaje
asociativo como mencionó H. Fields. Un ejemplo típico de aprendizaje asociativo
lo tenemos con el experimento de Pavlov sobre la secreción gástrica o el de la
rata enjaulada a la que milisegundos antes de darle una descarga eléctrica se
enciende una luz. Con la descarga eléctrica la rata desencadena miedo y con
ello taquicardia, hipertensión, erizamiento del pelo, etc. Al cabo de un tiempo
de ir repitiendo el experimento vemos que cuando se enciende la luz, sin darle
la descarga eléctrica, la rata padece los mismos fenómenos orgánicos de
hipertensión, taquicardia, erizamiento del pelo. Su cerebro ha aprendido que
después de la luz viene la descarga eléctrica y responde anteponiéndose a la
descarga eléctrica. O sea, simula los acontecimientos que supone van a suceder.
De ahí que muchas veces sea difícil de convencer al paciente de que su dolor es
producto de su mente, dado que si el dolor en la rodilla se ha asociado al
movimiento de ésta, el paciente responde que como puede ser producto de su
cerebro el dolor si le duele al mover su rodilla.
El significado de dolor asociado a daño
tisular puede ser configurado por factores personales y culturales.
Las redes moduladoras del dolor
interactuando con determinados factores contextuales interaccionan con las vías
del dolor suprimiéndolo, aumentándolo, o incluso creando la sensación de dolor.
El mensaje del dolor llega al SNC a
través de las fibras nerviosas sensitivas, activando numerosos circuitos
paralelos que producen respuestas objetivas y subjetivas. Objetivas como
retirar de inmediato la mano de una fuente de calor. Las subjetivas consta de
tres componentes distintos. El discriminativo que incluye el reconocimiento de
la clase de calor y el lugar exacto. El motivacional que incluye el deseo de
alejar la mano del foco de calor y terminar con la sensación. Y el tercero que
es el componente evaluativo o de predicción de las consecuencias que el daño
producido por el calor pueden afectar a su vida. El componente discriminativo
implica al córtex somatosensorial, el motivacional al sistema lumínico y el
evaluativo al córtex prefrontal.
La respuesta cognitiva al dolor depende
en gran parte en el contexto que se ha producido y este depende de la dinámica
interpersonal, de los factores culturales y de la propia narrativa de cada
individuo.
La participación de los factores
psíquicos como el miedo o la atención pueden alterar la percepción del dolor
como demostró Beecher en soldados americanos que participaron en la segunda guerra
mundial y negaban la existencia de dolor a pesar de sufrir graves lesiones.
Hoy día se conoce que los factores de
arriba a abajo, como son el aprendizaje, la atención, la expectación y el
humor, ejercen un poderoso control sobre el dolor.
El sistema límbico conecta a través de
neuronas de ciertas partes del tronco encefálico con vías que descienden para
controlar las neuronas del asta dorsal de la médula, las cuales reciben
impulsos nocivos a través de las fibras aferentes primarias. Estos circuitos moduladores
del dolor están relacionados con péptidos opioides endógenos (endorfinas) que
median el efecto aliviador del dolor de potentes analgésicos como la morfina.
Además de suprimir el dolor, estos circuitos pueden facilitar el dolor. Ósea el
dolor es bidireccional.
En biología la supervivencia y el éxito
reproductivo determina los valores del individuo. El sistema nervioso esta
diseñado para capacitar al organismo a responder al daño tisular, a objetivos
de mantener la vida o a procesos relacionados con el entorno externo e interno.
El cerebro reúne toda la información y realiza una computación acerca de la
acción con más probabilidades de conseguir el fin deseado. El papel del dolor y
del placer es informar al organismo del coste o beneficio de la acción elegida.
Por un proceso de asociación el dolor
puede transformar el significado de indicaciones de contexto, intenciones y
conductas.
Los circuitos del miedo condicionado
incluyen los que están mediados por opiáceos y modulan las vías del dolor y los
lugares que comportan cambios plásticos "transformaciones" del
significado de los hechos que ha seguido al estimulo nocivo ( ósea la
asociación de estímulos) se localiza en el sistema límbico.
La respuesta al placebo es un ejemplo de
expectación en cambiar la experiencia del dolor y requiere un circuito
modulador del dolor mediado por opiáceos, y ello lo demuestra el hecho que la
respuesta placebo en humanos es bloqueada por la administración de naloxona.
El poder de la manipulación emocional
del dolor que reflejada en los estudios de Dworkin en la U Washington en 1983
sobre la estimulación dolorosa de la pulpa dentaría y la administración de
oxido nitroso y de Bayer en 1991 con la intensidad de la estimulación eléctrica
en sus sienes y la visualización del indicador de corriente que se les daba. Es
evidente que estos sistemas moduladores intervienen y están implicados en las
respuestas dolorosas generadas cognitivamente y que este sistema modulador es
bidireccional, es decir puede generar o puede suprimir el dolor. Además con
estudios de imagen funcional se ha observado la activación de estas áreas
durante el periodo que se espera el estimulo doloroso.
En mi opinión tanto la teoría de la expectativa de H Fields, como el bucle de
simulación corporal de Damasio se basan en los mismos mecanismos biológicos
para la ejecución de la somatización.
Otro mecanismo neurofisiológico que interviene en la
somatización es la sensibilización sináptica, que es un mecanismo de
aprendizaje que implica la facilitación presináptica de la transmisión
sináptica. Pero la sensibilización no actúa a nivel de un solo circuito, sino
que afecta a muchos circuitos al unísono. Actúa a nivel de circuitos
sensoriales, autonómicos, motores, emocionales… Y también actúa a nivel de los
circuitos (redes) neuronales corticales y ello a mi entender es una de las
causas básicas de la somatización. A nivel cortical la integración sensorial es
excéntrica y se produce por relevos. En cada relevo interviene un mayor numero
de neuronas lo que hace la distribución espacial del estimulo se agrande en
cada relevo. La circunvalación postcentral comprende el área somatosensorial
(S1), formada por las áreas de Brodmann 3a,3b, 1 y 2. Los campos receptores de
las neuronas se hacen cada vez más grandes en cada etapa sucesiva de
integración. Así las neuronas de las áreas 3a y 3b tienen campos receptores
bastante pequeños que abarcan, por ej., una o dos falanges de un dedo. Por el
contrario las neuronas de las áreas 1 y 2, que reciben inputs de las áreas 3a y
3b tienen campos receptores que incluyen a varios dedos. Dicho aumento es
importante no solo para la percepción, sino también para los movimientos de
destreza. La inhibición inducida del área 2 lleva a una incapacidad para
adoptar posturas funcionales de la mano o coordinar los dedos para coger
objetos pequeños. Así percibimos que un punto de la piel esta siendo estimulado
porque una población específica de
neuronas del cerebro es activada. Pero también, como demostró Penfield, cuando
se estimula un punto del córtex experimentamos sensaciones táctiles en una zona
específica de la piel. Por lo tanto la sensibilización de la redes neuronales
de las áreas de S1puede provocar que sintamos estímulos anormales en las áreas
de la piel que dominan, lo que explicaría porque puede sentirse dolor,
parestesias... sin una causa orgánica.
Las neuronas espejo son neuronas
premotoras que se encuentran en el área F5 de Matelli o área premotora ventral
del córtex frontal. Dichas neuronas están interesadas más en los objetivos que
en las acciones y son capaces de adquirir nuevas propiedades lo que respalda el
aprendizaje por imitación. Nos ayudan a reconocer las acciones, las intenciones
y las motivaciones de los demás, y están involucradas en el contagio de hábitos
y actitudes, sobretodo de forma implícita o inconsciente, por lo que pueden
intervenir en el desarrollo de la
somatización.
Todos estos mecanismos intervienen en la
somatización y no es necesario estar deprimido o ansioso, o ser hipocondriaco
para que pongan en marcha y desencadenen síntomas. La propia vida, el modus
vivendi de cada uno junto con nuestro entorno influyen en nuestro
comportamiento y en la somatización.
Lecturas relacionadas:
Kandel E, Schwartz
J, Jessell T. Principios de neurociencia, McGraw-Hill Interamericana de España, ISBN
978-84-486-0311-3
Kandel E, Schwartz
J, Jessell T. Neurociencia y conducta. Pearson Prentice Hall, ISBN
978-84-89660-05-2
Kandel E. En busca de la memoria. Una nueva
ciencia de la mente, Katz Barpal Editores, ISBN
978-84-935432-8-0
Rizzolatti G, Sinigaglia C. Las Neuronas espejo. Los mecanismos de la
empatía emocional. Paidós. ISBN 13:978-84-493-1944-0
Damasio A.
Y el cerebro creó al hombre. Destino. ISBN: 978-84-233-4305-8
Zeki S.
Una visión del cerebro. Ariel psicología. ISBN: 84-344-0860-0
Iacoboni
M. Las Neuronas espejo. Empatía, neuropolítica, autismo, imitación, o de cómo
entendemos a los otros. Katz. ISBN 978-84-968-5954-8
Fields HL.
Pain. McGraw-Hill Book Company, 1987
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